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SURF EN EL SAHARA ESPAÑOL

SURF EN EL SAHARA ESPAÑOL

La costa atlántica de Marruecos es un destino clásico para practicar el surf.

Cientos de kilómetros de litoral, donde podemos encontrar numerosos lugares de buenas olas y unos paisajes costeros de gran belleza.

Los fundadores de la Asociación Española de Deportes Extremos, AEDE, hemos recorrido muchas veces esta costa. En Marruecos se diferencia la zona norte de la zona sur. El límite lo marca la cordillera del Atlas. La zona norte, dominada por una vegetación similar a la del sur de España (coscojas, adelfas, palmito, ulex, labiérnago...) tiene una costa bastante más urbanizada que la sur. Numerosas industrias y ciudades muy pobladas, como Rabat y Casablanca, la hacen poco atractiva para nosotros.

Hay muy buenas playas, sobre todo entre Asilah y Kenitra, y también entre el Jadida y Safi. En ésta última zona el acceso a las playas es muy complicado. Es necesario atravesar extensas huertas y enormes dunas hasta llegar a la playa. La zona sur siempre nos ha gustado más, desde el primer día que la conocimos. Espero que estas zonas naturales se conserven durante mucho tiempo así, para que la gente pueda conocer la costa en estado salvaje, no como la que encontramos en la península, donde el afán de lucro ha transformado completamente el paisaje. Aunque siempre hay personas con ganas de construír: "¡Qué bien quedaría aquí una fila de hoteles!", me han comentado algunos al ver las fotos de esta costa de Marruecos. Cuando lo decían, les quitaba las fotos y les daba mi opinión.

De los viajes que hemos hecho en la AEDE, el mejor, sin duda alguna, fue uno que hicimos en otoño. Por parte de la AEDE estábamos casi todos: Álvaro Molina, Álvaro Fernández "Kuiti", Jaime, Héctor, Ramón y yo. Y nuestro amigo Nacho García, de la Escuela Cántabra de Surf, un gran surfero que vive para el surfing, como toda su familia.

Dos furgonetas equipadas para acampada, cargadas de material, y casi un par de miles de kilómetros para llegar a la costa sur.

Tardamos un par de días en llegar, atravesando Marruecos por el interior. El primer sitio al que nos asomamos fue IMSOUANE. Al llegar a la costa no podíamos creer lo que veíamos. Habíamos cuadrado el viaje. La temperatura era veraniega, con un sol espléndido y las olas, a las que veíamos a más de dos kilómetros, eran enormes. Demasiado, quizás. Llegaban con una velocidad tremenda, y rompían con mucha fuerza en toda la costa. Por todos sitios había unos picos dignos del mejor campeonato de surf. El problema era la accesibilidad a los mismos. Tanta belleza entraña mucho peligro. Aquí no hay lancha de Cruz Roja, y frente a cualquier problema, la solución tiene que salir del grupo.

Nos dirigimos un poco más al sur, hacia la zona de TAGHAZOUTE. Por el camino, la mayoría de las olas superaban los dos metros. El tamaño de la ola se mide por atrás, según la distancia de la cresta frente al nivel del mar. El tamaño de la pared de la ola puede doblar esa medida. Vimos un pico muy bueno y nos acercamos. Accedimos a la playa dando un pequeño paseo hasta bajar por un acantilado de rocas. El pico estaba a menos de 40 metros. Al romper, la ola dejaba una lastra de piedras a la derecha del pico. Nachete se metió en el agua mientras nos recomendó esperar. Esa ola era totalmente desconocida para todos, y las guías de surf sobre Marruecos no lo mencionaban.

Yo estaba ya preparado, mientras Nacho hacía su primera cuchara y se acercaba al pico. Nacho hizo señas. Yo comencé a entrar en el agua cuando un pescador que vivía en una cueva-casa del acantilado bajaba a toda prisa agitando los brazos y gritando. Se acercó y, al oírle la piel se nos piso a todos de gallina: "¡¡¡TIBURÓN, TIBURÓN, TIBURÓN!!!".

La peor palabra que puedes escuchar cuando estás haciendo surf. "¡¡¡Nacho, sal del agua!!!", gritamos todos al unísono. Nacho salió a todas prisas. Había visto enormes manchas entre las olas. Eternas gracias y algunos presentes para nuestro salvador, y nos largamos hacia Pico Asesino, donde a veces se avistan orcas. De ahí el nombre. El pico está en una pequeña bahía, con Asesino al norte y el resto de los picos hacia el sur. Pico Asesino rompía con mucha fuerza. En la misma zona están el Pico del Misterio, con una estupenda ola de un pico izquierda-derecha, y Pico Lesud. Tres buenos picos al alcance de una remada. El lugar ideal para establecer el campamento.

Surf en el Sahara. Año 2001

Para llegar al Pico Asesino la remada era agotadora, con una corriente en contra de una fuerza tremenda que te llevaba hacia el Pico del Misterio. Pocas olas cogimos en el Asesino. Misterio rompía perfecta sobre una lastra de roca que salía del acantilado a medio metro de profundidad. Había que andar con mucha precaución y concentrado en lo que había que hacer. Kuity, que se crió en Canarias, disfrutaba sin problemas. Los demás tuvimos más de un susto. La mayoría de los días surfeamos en Misterio, aunque cada poco hacíamos una salida hacia otros picos. Un día, encontramos olas de tres metros, muy rápidas y difíciles. Nacho era el único que se atrevía, pero meterse solo en esas olas no le hacía mucha gracia. Todos los días nos metíamos por lo menos dos o tres veces. Un baño a primera hora de la mañana, otro durante el día y un tercero al atardecer. Cada baño fue único. Todos disfrutamos al pillar buenas olas. Algunas veces, el baño estaba concurrido, sobre todo en Misterio, con surfistas locales y de varios países de Europa. También hubo baños solitarios, como el que me di en Imsouane un atardecer de buenas olas. El paisaje, con palmeras en las playas, arenales y acantilados rocosos, te llena de vitalidad mientras surfeas. La fauna es muy abundante. Frecuentemente encontramos grandes reptiles, aves y hasta una caravana de más de quinientos camellos que pasaron por la mañana por nuestro campamento, camino del sur.

Venir en estas fechas a surfear a Marruecos te traslada de nuevo al verano. El agua del mar está muy limpia y a buena temperatura. Los pescadores usan métodos tradicionales. La pesca es abundante, y todos los días nos ofrecen buenos ejemplares. El trueque funciona muy bien, y nos hemos dado muy buenas cenas. Durante ocho días, nos dedicamos a explorar a fondo esta zona de costa. A menos de una hora está Agadir, donde siempre pasamos a visitar a nuestros amigos de esa ciudad y a patinar en una de sus plazas. La destrucción de Agadir por un terremoto hace ya unos cuantos años y su posterior reconstrucción con capital extranjero ha originado que sea una ciudad turística: hoteles, grandes avenidas, enormes plazas y su playa, con palmeras. Todo ello da una imagen muy occidental de la ciudad sin perder el encanto de Africa. Lo peor de estos viajes es que siempre hay que regresar a casa. Álvaro, Kuity, Jaime y Nacho se quedaron unos días más. El resto, nos fuímos tras aprovechar al máximo los baños del último día. Todavía quedaba un largo camino de regreso.

TEXTO Y FOTOS: DAVID CASTÁN MONTES. Copyright © 2002 Asociación Española de Deportes Extremos. Todos los derechos reservados.